El reparto energético
Se dice que la historia es cíclica por la sencilla razón de que, al igual que los humanos en lo individual, la sociedad repite comportamientos en circunstancias similares. Han pasado aproximadamente 100 años desde que concluyó nuestra revolución, la cual nos dejó una gran sensación de justicia económica y social acompañada paralelamente de un retroceso en el desarrollo del país como consecuencia de los estragos del movimiento armado.
En la Revolución Mexicana se peleó por una mejor distribución de la riqueza, siendo uno de los principales objetivos el repartimiento agrario. Existía una gran cantidad de campesinos que trabajaban arduamente en grande tierras, propiedades de un solo latifundio, a cambio de escasos salarios. Esto hacía evidente la gigantesca brecha entre clases, donde la mayoría de la población pertenecía a la clase baja mientras que un pequeño grupo privilegiado era parte de la clase alta.
Con el paso del tiempo parte de las promesas revolucionarias se concretaron en el reparto agrario comenzando en San Pedro de las Colonias Coahuila, en 1936, realizado por el Gral. Lázaro Cárdenas. Este gran proyecto de Nación tuvo como base cuatro pilares: el reparto ejidal de la tierra, el fondeo monetario, la organización gremial y la educación técnica.
En la actualidad la riqueza se centra en las nuevas energías verdes. Si hablamos del caso de los combustibles fósiles se sabe que en un futuro, no muy lejano, tenderán a agotarse y a caer en el desuso por el gran daño que producen al planeta. Es por esto que las energías limpias significan una gran fuente de dinero que necesita desconcentrarse de las manos de los grandes empresarios y gobiernos para entregarse a las clases medias y bajas, para que así puedan convertirse en el gran colchón que amortice una nueva economía mexicana.
Hoy en día es normal que los gobiernos comprometan el futuro energético de los ciudadanos, firmando convenios de largas vigencias con empresas privadas que construyen parques solares gigantescos. Aunque esto resulte benéfico para el ambiente dista mucho de estár del lado de las personas. La razón de esto es que resulta impráctico construir a cientos de kilómetros de las ciudades dichos parques solares, gastando recurso en terreno, mano de obra e infraestructura eléctrica para llevar de vuelta la energía a las ciudades, cuando en las urbes ya se cuenta los espacios (techos de las casas), la mano de obra (cada familia interesada en las celdas) y la infraestructura (red de cableado eléctrico existente).
No comparten la misma naturaleza una represa hídrica que se construye en el desierto como “la presa Hoover” y un parque solar. La razón de esto es sencilla: el derrame de energía solar se puede captar en cualquier lugar a diferencia del cauce de un rio. Aunado a esto cabe mencionar que actualmente TESLA ya trabaja en elaborar baterías para almacenar energía limpia en países como Australia y Estados Unidos; sin embargo, el principio para las pilas será el mismo: dejar la tecnología de almacenamiento de electricidad a cada casa y edificio. Esto construye en parte el modelo energético de las ciudades del futuro donde deja de existir la red eléctrica para permutar casas dependientes por hogares sustentables en energía.
¿Cómo se podrá realizar esto? Lo que se propone es lo siguiente:
1.- Un previo examen de diagnóstico (como tantos que se aplican hoy en día para bajar programas sociales). Se les otorgará a los hogares aprobados paneles solares que serán instalados en los techos de sus casas con el compromiso por parte de las familias de darles mantenimiento mínimo de limpieza sujeto a revisión técnica. El objetivo de esto es fortalecer a las clases medias y bajas, siendo estas las que sostienen la economía del país.
2.-Creación de un fondo energético social. Se tendrá la función de otorgar mediante crédito a individuos, municipios o estados recursos para la colocación de celdas solares en las casas de familias diagnosticadas. Dichas celdas se colocarán de acuerdo al consumo promedio de una familia de 4-5 integrantes. Los primero años, la producción sobrante de k/watts generados serán destinado en recuperar la inversión realizada por el Fondo Energético Social en los paneles. Al concluir ese objetivo el excedente de energía solar producida se otorgará a cubrir el gasto de la luz ocupada por el municipio y estado para el alumbrado público, oficinas de gobierno, museos, escuelas, etc.
3.- Educación. Para eficientar una política social de este tamaño es necesario afinar cada una de las cuerdas que la componen, siendo esta la razón por la que la educación técnica es muy importante. Cuando Cárdenas instauró el reparto agrario lo hizo conjuntamente con la creación de 2 grandes escuelas de agronomía: La Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro y La Universidad de Chapingo. Es importante notar que no hay conocimientos ni información actualizada para que los jóvenes puedan enfrentar y prever escenarios con las “nuevas energías amigables con la Tierra”. Es por lo mismo que se necesitan crear Universidades de Energías Verdes ya que, por el tamaño del proyecto nacional, se debe de dar consciencia y preparación de cómo hacer riqueza con esto, por lo que no bastan las pequeñas carreras aisladas sobre energías sustentables que se imparten en el norte, centro y bajío del país en contadas universidades.
Se debe tener como prioridad entender el factor tiempo, ya que con una acertada estrategia podríamos colocarnos como referentes mundiales en el uso de energías limpias y con ello abrir un nuevo modelo económico para México.
Aunque hace más de 100 años se descubrió la manera de convertir la energía solar en eléctrica, se dejó a un lado y se priorizó el uso de los hidrocarburos. Solo hace un par de lustros se retomó esta actividad con seriedad, dándonos una posible ventaja para acortar la distancia con otros países más avanzados en este tema. Hay que hacer aplicables las reformas energéticas que tanto se han mencionado, viéndose no sólo desde el punto de vista ambiental, sino también incidiendo en la producción de riqueza equitativa para la sociedad mexicana. Esto construye una epistemología ambiental a la altura de los grandes retos actuales.
No se debe pretender ecologizar a la economía global, sino construir un nuevo saber ambiental que encierra nobleza en el acto como lo hizo Prometeo al entregar el fuego a los hombres. Así debe de entregarse la tecnología de paneles solares al grueso de los ciudadanos. Es inconcebible que hoy se cobre por energía, es casi tan absurdo como pagar por aire limpio. La energía es un objeto de beneficio común y apropiación social.
Hoy, nuestro país y sociedad necesita un reparto justo de la riqueza a través de un gobierno que, con visión de vanguardia ambiental, fortalezca clases medias y bajas mediante la apropiación de la tecnología para producir energías. Se debe dejar atrás las visiones donde el gobierno concentraba las empresas energéticas, pasando los tragos amargos de las privatizaciones. La energía es de todos. Con el nuevo reparto energético se abre la historia para proyectar un futuro sustentable para México.