Agricultura Urbana
Thomas Malthus fue un Clérigo Anglicano nacido en Inglaterra quién se centró en la temática Demográfica y Económica; conocido principalmente por su “Ensayo sobre el principio de población” (1789) y pareciera que hasta la fecha nadie ha podido debatir la sentencia tan firme que nos dejó . En este ensayo Malthus expuso el fenómeno donde la población crece de manera exponencial y los métodos para producir alimentos crecen de manera lineal; de tal suerte que sin importar los esfuerzos, una parte de la población siempre padecerá hambre.
Desde que el ser humano se dedicó a la agricultura pudimos salvaguardar nuestra seguridad alimentaria, sin embargo aunque avanzamos en las tecnologías para producir comestibles, estas no son suficientes para satisfacer una de las necesidades más elementales que tiene el hombre: La Alimentación.
Las ciudades empezaron a crecer y los alimentos seguían faltando, hubo momentos donde se acortó la brecha entre la hambruna y la capacidad del hombre para producir suministros, tal es el caso de la patata que salvó a Europa de la terrible carestía que sufrieron en 1770. Otro caso fue a mediados del siglo XX cuando se potenció el uso del triticale gracias a la “revolución verde” de Norman Borlaug, una hibridación de dos cereales que podía reunir las cualidades del trigo y el centeno, aprovechando las de ambas especies. No fue hasta de 1983 cuando la ingeniería genética empezó a modificar el ADN de plantas, siguiendo el principio de la selección natural solo que sintética para beneficiar al ser humano y poder hacerlas producir más. A pesar de todos esos avances científicos nos sigue alcanzando el destino Malthusiano y en la actualidad siguen existiendo amplios segmentos sociales que padecen día a día la angustia de no poder sustentar a su persona y parentela.
En medio de este gris panorama donde parece imposible encontrar la manera de acabar con el agresivo e insuficiente modelo agrícola que amenaza al medio ambiente y no proporciona certeza alimentaria, brilla una esperanza. Se le conoce como Agricultura Urbana, y se sostiene en 3 pilares:
1.-Ayuda al medio ambiente. En la actualidad se siembran a miles de kilómetros de las ciudades (incluso han tenido que deforestarse miles de hectáreas, tan solo en México en el 2016 fueron 250,000 hectáreas de bosque que se deforestaron para convertirlas en tierras de siembra) para luego transportarse en tráileres a los centros de abastecimiento urbanos con toda la huella de carbono que esto implica
2.-Apoya la Economía. EL gasto promedio de una familia en frutas y verduras puede rebasar al día los 50 pesos. El poder proveernos en nuestro propio huerto nos daría un ahorro de 1,500 pesos mensuales.
3.-Fortalece la Nutrición. Al ser nosotros los propios horticultores garantizamos que los alimentos que llevamos a nuestro plato estén libres de pesticidas y plaguicidas que pudieran dañarnos. De igual forma podemos nutrirnos de manera más equilibrada. (de las 6000 especies de plantas que el hombre cultiva solo 9 ocupan el 66% en los campos de siembra).
En países de primer mundo como Rusía, Francia, España y EUA se promueve el cultivo en áreas publicas dentro de las zonas urbanas sin embargo en varias ciudades de Latinoamérica como La Habana, CDMX, Tegucigalpa y Managua aprovechan azoteas, balcones y patios para poner camas de siembra y producir suministros.
Hace tan solo tres generaciones las familias eran capaces de producir buena parte de sus alimentos. Es nuestra obligación enseñarles a los niños a ser autosustentables y a cultivar en cada espacio posible. Las tiendas de abastecimiento son una opción para la vida moderna sin embargo es fundamental volvernos a conectar directamente con el ciclo productivo de la tierra.