Hortaliza Escolar

Los huertos escolares son beneficiosos para la salud y la educación

Desde que el ser humano comenzó a dedicarse a la agricultura, pudimos salvaguardar nuestra seguridad alimentaria, sin embargo, aunque avanzamos en las tecnologías para producir alimentos, estas no son suficientes para satisfacer una de las necesidades más elementales del hombre: la alimentación.

Thomas Malthus fue un analista financiero inglés quien se centró en la temática humanitaria; conocido principalmente por su “Ensayo sobre la población” (1798).  Han transcurrido 221 años y parecería que hasta la fecha nadie ha podido debatir la sentencia tan firme que nos dejó. En este ensayo Malthus expuso el problema donde la población humana crece de manera exponencial, mientras que la producción de alimentos se  desarrolla de forma constante, y resaltó que llegaría un momento en donde la población no descubriría activos adecuados para su subsistencia.

Las ciudades empezaron a crecer y los alimentos seguían faltando, hubo momentos donde se acortó la brecha entre la hambruna y la capacidad del hombre para producir alimentos,  tal es el caso de la patata que salvó a Europa de la terrible carestía que sufrieron en 1770.  Otro caso fue a finales del siglo XIV cuando se descubrió el triticale, una hibridación de dos cereales que podían reunir las cualidades del trigo y el centeno aprovechando las de ambas especies. No fue hasta finales de 1900 cuando la ingeniería genética empezó a modificar el ADN de plantas siguiendo el principio de la selección natural sintética para beneficiar al ser humano y poder producir más. A pesar de todos estos avances científicos se sigue alcanzando el destino Malthusiano y aún existen amplios segmentos sociales que padecen día a día la angustia de no poder proveer a su persona y parentela de alimentos.

En medio de este gris panorama donde parece imposible encontrar la manera de acabar con el agresivo e insuficiente modelo agrícola que amenaza al medio ambiente y no proporciona certeza alimentaria, brilla una esperanza. Se le conoce como Agricultura Urbana, y se sostiene en 3 pilares:

1.-Ayudar al medio ambiente. En la actualidad la siembra se lleva a cabo a miles de kilómetros de las ciudades (incluso han tenido que deforestarse miles de hectáreas, tan solo en México en el 2016 fueron 250,000 hectáreas de bosque que se deforestaron para convertirlas en tierras de siembra) para luego transportarse en tráileres a los centros de abastecimiento urbanos con toda la huella de carbono que esto implica.

2.-Apoyar la Economía. El gasto promedio de una familia en frutas y verduras puede rebasar al día los 50 pesos. El poder proveernos en nuestro propio huerto nos daría un ahorro de 1,500 pesos mensuales.

3.-Fortalecer la Nutrición. Al ser nosotros los horticultores garantizamos que los alimentos que llevamos a nuestro plato estén libres de pesticidas y plaguicidas que pudieran afectarnos nutriéndonos de manera más equilibrada y más saludable. (De las 6000 especies de plantas que el hombre cultiva solo 9 ocupan el 66% en los campos de siembra)

Con estos 3 puntos como nuestros pilares nos comprometemos con los niños mexicanos para que con la teoría y la práctica de las hortalizas escolares, puedan tener opciones de auto sustentabilidad alimentaria y que se tome conciencia del delicado pero asombroso balance que tiene nuestra madre tierra. Cabe mencionar también que los frutos de este proyecto son totalmente orgánicos y se usan para el consumo de los alumnos de las escuelas que se unan a este programa.

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